Por Carlos Andújar Persinal
Atreverse a pensarlo es
mucho y proponérselo es atrevido y riesgoso. En Colombia hoy se discute sobre
el presupuesto nacional y la inversión en la Educación Pública
con unos nortes más desafiantes que los tímidos vientos que aquí soplan:
educación pública gratuita incluida la educación superior. Lo mismo se apropia
el movimiento chileno de jóvenes, estudiantes y sectores sociales de clase
media. Por tanto lo del 4 % de nosotros es conservador y tibio.
Hacer que el Gobierno y
el Congreso aprueben los fondos que por ley corresponden a la educación
nacional no es subversivo ni es una manera de politizar la demanda,
sencillamente es un nuevo reto de los países para hacerse más competitivos, sin
que ello implique profundizar las acciones de exclusión que caracteriza el
modelo de desarrollo actual.
La ingratitud a la que
hicimos referencia vuelve con bríos esta vez teniendo como aliados a antiguos
profesores de la UASD,
hoy millonarios, “profesionales de éxitos”, que ya no necesitan la institución
que los albergó para hacer política, para educarse y formarse, para alimentarse
y hasta como único espacio de reproducción profesional y social. Hoy se han
olvidado de sus raíces y quieren dar una puñalada mortal a una institución que
amerita de cambios pero no dirigidos con intencionalidad malsana.
Crear otra universidad
estatal he oído decir a cuadros intelectuales cercanos al actual gobierno y
otros que los son menos pero se irradian de sus beneficios y de los beneficios
que esta privatización podría generar al sector privado que actúa sobre la
educación superior. Pero también muchos de los cuadros del gobierno añoran
resguardarse en esta nueva institución, como ejecutivos académicos.
Es ingratitud porque ya la UNPHU fue un experimento
para crear una alternativa paralela a la UASD, esa vez por razones políticas e ideológicas,
esta vez creo que no media lo ideológico sino la ingratitud, la deslealtad y el
negocio entre quienes amparados en
supuestos estudios, concluyen en que no es posible arreglar el caos que allí
impera (en la UASD),
del cual han sido, como otros, responsables…pero en la política les ha ido
mejor y ya a la UASD
no la necesitan.
Si la clase media baja y
no muy baja, los sectores empobrecidos, empleados y profesores de la UASD entran en esa canción,
lloraran lagrimas de sangre debido a que toda salida impuesta a la crisis vieja
de la UASD debe
hacerse desde y a partir de los uasdianos, pues a los demás le han entregado el
país y lo han quebrado, qué pueden hacer para mejorar la UASD, en cuyos resultados
negativos también han tenido su cuota de participación.
El gran capital, el
estado y los propios organismos internacionales, tienen que invertir en la
educación nacional incluida la superior universitaria, pues de lo contrario de
este laberinto de pobreza, dependencia, clientelismo, atraso político,
lambonismo, y otros males que nos convierten en una sociedad de excluidos,
tarados y fácilmente manipulados por el poder, el pensamiento perverso y las
pasiones, no saldremos nunca.
Chile que se enrumba por
el camino del Primer Mundo en términos de resultados de los índices de
desarrollo, no obstante la fisura del movimiento estudiantil que ha hecho
descender la popularidad del gobierno en más de 15 puntos, muestra otra cara
del discurso y la manipulación. También la exclusión en Chile es un desafío, y
solo las manifestaciones estudiantiles se han hecho presentes. Exigen educación
gratuita y menos exclusión del modelo de desarrollo, son finalmente estas mis
aspiraciones, si ello me convierte en indignado, anótenme.
La clase política no
puede quedarse con todo el dinero del mundo para invertirlo donde crea
prudente. Los legisladores, no pueden seguir siendo una extensión del
Ejecutivo. El Presidente, cualquefuere, no puede seguir concentrando todo el
poder del mundo, no es democrático ese modelo del ejercicio político. Para
salir de este encharcadero debemos hacer una reingeniería social que sacuda los
altares y haga caer algunos santos, no podemos seguir con este estado de cosas,
la UASD también
debe generar un movimiento interno de transformación que la haga mas eficiente,
competitiva y desafiante, para modernizarse en el saber, la tecnología, la
investigación, la docencia, la vida institucional, administrativa y gerencial,
de lo contrario ella misma marcará su propio derrotero.-
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