martes, 6 de marzo de 2012

El carnaval dominicano. Algunas reflexiones



El pasado domingo 4 de marzo del 2012 observé el desfile de carnaval en mi condición de jurado. Muchas cosas como ¨pendenciero¨ de tan espectacular manifestación de cultura popular, podría comentar y reflexionar.

Primeramente se hace evidente un esfuerzo por consolidar nuestro carnaval desde la acera de los grupos carnavaleros portadores de tan vieja tradición. Insisto, no obstante, en la necesidad de fortalecer ciertos marcos formativos entre gestores culturales, carnavaleros propiamente y otros sectores más involucrados en la responsabilidad de crear comparsas o mantener la asiduidad de otras.

Veo a veces un divorcio marcado entre la temática escogida como motivo de la comparsa, con los contenidos presentados sobre todo en lo concerniente a los renglones históricos, tradicional y creatividad popular.

Por momento da la impresión que desconocemos el mensaje que queremos enviar. Posiblemente la pobreza y postración en que se encuentra la educación nacional, se refleje en esta dolencia que si bien el plano evaluativo ha de considerar el escenario del carnaval y por tanto la flexibilidad del mismo, no deja de ser preocupante desde una perspectiva critica que supone una actitud de avance y mejoría de esta gran convocatoria entre quienes nos duele con sentido investigativo y funcional, el carnaval dominicano.

Esta vez pudimos ver otro tema de conflicto que ha de ser evitado para una sanidad del mismo, la participación de una comparsa de un partido político, con su líder como participante, los colores del partido y sus siglas. Jamás debió permitirse eso, los organizadores con quienes hablé no estaban al tanto de lo sucedido, por tanto dejamos
el hecho a una malsana instrumentalizacion política, consciente de quienes así actuaron, pero desacertada en su impacto y como iniciativa de ese tipo de convocatoria.

El carnaval debe dejarse al talento, creatividad y espontaneidad del pueblo, sabiendo que es una manifestación de altísimo contenido político y de critica y sátira al funcionamiento de la sociedad, pero nunca partidaria, cuidado con eso.

Igualmente impactante y cuestionadota para mí resultó la participación de una comparsa de un  movimiento cristiano, cuya forma de participación se alejó de lo que muchos llamamos, el lenguaje del carnaval. Si bien es cierto que hay comparsas de la religiosidad popular y temas religiosos como parte de las comparsas que siempre han participado en el carnaval, no menos cierto es el hecho de que su participación se ha inscrito en un ambiente de sátira, critica a lo establecido, música, alegría, colorido, danza, etc.

La participación de la comparsa El Arca de Noe, se alejaba de ese lenguaje y se adscribía a su rutinaria manera de ver el mundo, mientras que el carnaval es una negación de lo establecido, es una inversión del mundo, al menos mientras dure la festividad.

Un exceso de democratismo podría contaminar el espacio de libertad y catarsis que representa el carnaval, es por ello que advierto a los organizadores, prestar atención de tales medidas sin que ello signifique coartar el derecho y la apertura del carnaval, pero sabiendo que su participación se ha de inscribir en determinados parámetros, so pena de convertirlo en un desfile de temas y propuestas sociales y entonces pierde su naturaleza de fiesta de la carne, la lujuria, lo controversial y lo satírico y podría pierde su función social terapéutica.

Finalmente, nos preocupa la absorción de los Alí baba en cuanto a la música del carnaval que termina tragándose las otras inspiraciones, coreografía y comparsa, fenómeno que viene de lejos y cada vez adquiere mayor dimensión con la salvedad que podría desplazar otras variadas expresiones creativas populares.

Lo grave de esto es que observo una tendencia en la capital hacia el desplazamiento de comparsas tradicionales como la de los diablos cojuelos, por formas de Alí baba y otras comparsas de fantasías que lentamente se van haciendo dominantes en la participación de las distintas zonas de la capital, empobreciendo su riqueza y diversidad.

Diablos cojuelos de la capital.
Como también es de rigor dar seguimiento a los carnavales que se desarrollan en distintas partes del país algunos de los cuales ni tienen el tiempo necesario, ni la tradición requerida, ni el contagio debido entre sus gentes. Asumido como tarea por gestores culturales lo cual es encomiable, no deja de preocupar que algunos de estos carnavales arrancan bien y luego se empobrecen. Otros como Barahona y San Juan de la Maguana se transforman en verdaderos hervideros de creatividad y talento compitiendo con los mejores del país en calidad y diversidad. Sin embargo sigo creyendo que debemos prestar atención a estos casos pues no siempre resultan factibles, aunque en los casos que sea pertinente, ayudarlos a desarrollase.-


Carlos Andujar

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