La dominicanidad como
un constructo socio-histórico y cultural
Aborígenes, españoles, africanos y mas tarde árabes, chinos
y de otras partes se juntaron en este suelo y le fueron dando formas a un
proyecto de nación que logra su madurez en 1844 con la acción patriótica del 27
de Febrero iniciada en la
Puerta de la
Misericordia con el trabucazo de Ramón Matías Mella, temprano
en la mañana, para continuar con la entrega de las llaves de la ciudad por
parte de las autoridades de ocupación haitianas en la Puerta del Conde.
Transitando acontecimientos anteriores, hechos y
circunstancias de diferentes naturaleza, el hito de la Independencia
conjuga todos esos esfuerzos acumulados. No obstante, el 27 de febrero de 1844,
los factores tanto internos como externos se articularon y se produjo el hecho
que hoy conmemoramos con gran festejo y alegría.
Muchos estudiosos de la historia entienden que sin identidad
no hay nación. Ese sentimiento de diferencia que genera el sentido de
pertenencia a un suelo, una cultura, un grupo social y a un pasado histórico,
solo es posible alcanzarlo cuando el principio de alteridad, es decir yo en
relación a los demás, ha terminado de formarse en un conglomerado, dando paso
al principio de diferencia.
Solo una vez alcanzado ese sentimiento nacional, se crea el
alma nacional, se lucha por su defensa y se muere por este ideal como hicieron
los Padres Fundadores de la Republica Juan
Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, acompañados
en su utopía por los demás Trinitarios.
Ahora bien, cuándo comenzamos a sentirnos diferentes a los
demás, cuándo comienza a gestarse el criollismo y las bases de nuestra
identidad? Por qué es erróneo creer que la dominicanidad surgió en 1844. No en
ese momento surge la
República , impulsada por un sentimiento profundamente
nacional que venía conformándose varias décadas atrás.
Las Cincuentenas, pelotón de 50 hombres criollos que salían
a defender el territorio devastado luego de las Despoblaciones de 1605-06, eran
solo aquellos que se sentían agredidos por los piratas y bucaneros que
penetraban la isla después de los años de 1630, sin pensarlo fueron creando una
base identitaria, un primer eslabón en la construcción de esa dominicanidad de
1844.
El siglo XVIII se fortalecieron procesos paralelos en las
colonias de Santo Domingo español y el Santo Domingo Francés que permitieron
definir sociedades diferenciadas desde el punto de vista político de
dominación, económicos de explotación y cultural. Estos factores conformaron
mentalidades distintas en los pobladores de ambas colonias.
Llegado el siglo de las revoluciones independentistas
americanas en 1800, la
Revolución haitiana representaba un modelo particular de
lucha que culmina con la
Independencia ante Francia en 1804. Tal vez esta necesidad de
protección del gobierno haitiano aceleró una historia de contrariedades entre
la joven nación haitiana y la parte oriental de la colonia de Santo Domingo.
En 1801, los revolucionarios haitianos se hacen presentes y
ocupan esta parte de la isla bajo el mando de Toussaint Louverture y por mucho
tiempo la seguridad nacional haitiana dependía del control del lado oriental de
la isla lo cual fue acrecentando conflictos de tipo políticos y más tarde,
militares.
La rebelión de los capitanes en la segunda década del 1800, es
prueba de un sentimiento nacionalista que buscaba distintas formas de expresión
y concreción, A pesar de algunas semejanzas históricas entre Haití y los
habitantes negros , libertos y mulatos del Santo Domingo español, es indudable
que los años anteriores se habían encargado de moldear sociedades y procesos
diferenciados en el que las metrópolis fueron determinantes, no solo el dominio
de idiomas distintos, sino otras manifestaciones de la cultura que junto a las
disposiciones arbitrarias asumidas por el gobierno de ocupación de Boyer, exacerbaron el sentimiento
nacionalista que se encarnó rápidamente en el movimiento trinitario encabezado
por Juan Pablo Duarte.
Los trinitarios y las
ideas nacionalistas
Este sentimiento nacionalista se organiza en la clandestina
organización de la
Trinitaria fundada en 1838 un 16 de julio, pero no debemos
olvidar que su ideólogo Duarte a su regreso de Europa a finales de la década
del 20 del siglo XIX, tenía por costumbre repartir pasquines y otros documentos
llamando a la gente del lado este a rechazar la presencia haitiana y a
organizarse para expulsar los representantes del ejército haitiano.
Por la naturaleza del trabajo político, la Trinitaria era una
estructura clandestina que impulsaba el trabajo de organización entre los
grupos de clase media comercial urbano, mas proclive a la sensibilidad social,
multiplicándose por tres y expandiendo su trabajo para solidificar la
conciencia nacional y producir el hecho independentista, sumando Juan Pablo
Duarte en su estrategia a los negros libertos, hateros y sectores opositores al
gobierno haitiano de Boyer en los conflictos internos de la Republica haitiana.
No olvidemos que la manera en que los Trinitarios actuaban
en el plano cultural a través de la Filantrópica y la Dramática , representó
una buena vía de acceso a la población sin que fuera activamente reprimido por
el gobierno de ocupación. Así mismo la Dramática , permitía que los propios trinitarios
actuaran bajo la dramaturgia y el arte escénico, para trasmitir un sentimiento
nacionalista que despertara un espíritu de rebeldía desde la toma de conciencia
cultural.
Juan Pablo Duarte, encarnó el sueño de la nueva patria. Supo
conformar una organización política que diera al traste con la presencia
haitiana: la Trinitaria ,
actuó con inteligencia política cuando crea la Filantrópica y la Dramática , y mostró un
gran sentido de olfato político al establecer un diálogo con distintos sectores
nacionales a pesar de su reticencia y desconfianza respecto a la Independencia Nacional.
La acción del 27 de febrero concretó un viejo sueño. Solo
donde hay identidad se produce un proyecto de nación. La patria se consuma en
el ideario duartiano en la medida que dicho acontecimiento permitió conformar
una nación-estado, una república soberana, con un proyecto constitucional
propio y símbolos patrios: himno, bandera y escudo.
La traición de la que fue víctima Juan Pablo Duarte por
parte de Santana y sus seguidores, no evitó la profundización del sentimiento
nacionalista que se desarrolló en cada batalla donde se ponía en peligro la
independencia. El coraje de nuestro pueblo y la disposición de defensa a la
soberanía, convirtió cada campaña militar en una ocasión para reafirmar el
espíritu de lucha y convicción de los dominicanos.
El sacrificio de Juan Pablo Duarte, lo coloca por encima de
sus compañeros en el objetivo de alcanzar el sublime propósito de fundar una
república libre e independiente, en su momento le tocó librarnos de la Republica de Haití, pero
firmemente convencido de que la lucha era contra toda potencia extranjera.
Vende su patrimonio y bienes personales y familiares para ayudar la causa nacional, dando un
ejemplo de entrega y sacrificio a imitar.
La historia militar, por otra parte, es tan importante como la historia de los
procesos sociales, debido a que nos permite profundizar en los acontecimientos
que decidieron los más destacados hechos históricos responsables de conservar
el ideario independentista activo y disponible a oponerse a toda traición a la
patria.
Las más de 13 batallas y escaramuzas que siguieron a la
proclama nacional del 27 de febrero contribuyeron a reafirmar un deseo
libertario que supo ser defendido en el frente militar con arrojo por
dominicanos que sin la experiencia militar requerida, solo les acompañaba la fe
y firmeza de defender el territorio de quienes incursionaban desde el exterior.
Este sentimiento de diferencia supone un principio de alteridad ya presente
entre los dominicanos que los lleva a vencer al ejército más poderoso del
Caribe.
A pesar de la
Anexión es un contrasentido al nacionalismo expresado por los
hombres y mujeres que hicieron posible la independencia nacional, y a pesar
igualmente de las dolorosas cicatrices que siguieron a la gesta del 27 de
febrero de 1844 que termino en el destierro de su principal líder e ideólogo
Juan Pablo Duarte, todo ello no fue óbice para que más tarde al hecho
abominable de la anexión a España en 1861, se produce el Grito de Capotillo,
iniciándose la Guerra
de la Restauración
considerada la más popular y masiva de la historia dominicana.
Las luchas entre trinitarios liberales y santanistas y
baecistas conservadores, opacaron por momentos la grandeza del acontecimiento
político mas trascendentes del siglo XIX, la creación de la República y la separación
del pueblo dominicano de la dominación haitiana.
El valor histórico de
una gesta patriótica
Juan Pablo Duarte, con una estatura de líder nacional genera
un movimiento entre jóvenes urbanos y de la clase media, muchos de ascendencia española, que termina por
producir el surgimiento de la República Dominicana en 1844. Esta ardua labor de
crear el sentimiento de repulsa al ocupante haitiano auspiciado por los
trinitarios, se enfrentaba con otras visiones sobre la autodeterminación de la
patria que circulaban en el ambiente político de la época y que preocupada por
la presencia haitiana en suelo dominicano,
no percibía con esperanza una independencia real de Haití y se
vislumbraban distintas salidas como el anexionismo propiamente a España, el
protectorado, la venta de la
Bahía de Samaná o adherirse a la Gran Colombia de Bolívar.
Sin embargo, en medio de esa desconfianza, Duarte se lanza
con fe en su proyecto de nación el 27 de febrero de 1844. La ambición de poder,
las luchas e incomprensiones de algunos dominicanos transformaron el ideario
duartiano democrático, en un proyecto personalista, autoritario y represivo. El
golpe de Estado de la Junta Central
Gubernativa vence dos grandes barreras: la primera alternativa del Padre de la
patria se vio abortada y las ambiciones llovían desde aquellos líderes que aun
acompañando a Duarte y demás trinitarios en la gesta independentista de febrero
27, no tenían confianza en el proyecto nacional.
La gesta del 27 de febrero es doblemente significativa dado
el hecho de que hubo de crear primeramente un sentimiento nacionalista capaz de
levantarse en contra de la ocupación haitiana con éxito y por otra parte,
enfrentar los adversarios y opositores internos que desde dentro neutralizaban
la vocación independentista de los trinitarios.
La temprana traición sufrida por Juan Pablo Duarte en 1844,
pone en peligro por momentos el esfuerzo libertario de trinitarios y demás
liberales, porque había que atender estas contradicciones internas del
movimiento independentista, al mismo tiempo que debíamos organizarnos
militarmente para defender la nueva república.
Es tal vez este uno de los más suigeneri procesos
independentista de América. La debilidad estructural el grupo social que se
articuló a la Trinitaria
se hizo evidente debido a que la importancia social de los hateros posibilitó
posible el capitaneo del proceso de éstas poco después de la independencia.
Esta clase social de los hateros, a pesar de su tendencia al conservadurismo se
comprometió a llevar adelante la independencia nacional, su participación
activa en las contiendas militares acaecidas luego del retiro de las tropas
haitianas en 1844, refleja una postura contradictoria que termina aclarándose
con la anexión de la república a España en 1861.
Estas luchas producidas entre trinitarios y conservadores
posteriores a la proclamación de la independencia tuvieron como resultado el
desplazamiento político, encarcelamiento y exilio de los trinitarios. La
hegemonía del poder en esos años entre Pedro Santana y Buenaventura Báez
inaugura la lucha caudillista que tanto daño ha provocado a la sanidad
institucional y democrática dominicana. No obstante ninguno de estos caudillos
pudo acabar con el sentimiento democrático, patriótico, nacionalista y
libertario de los dominicanos que quedó sellado con el triunfo de los
restauradores en 1865, en la que estaban presentes muchos antiguos trinitarios,
expresión de una vocación democrática y liberal que no pudo ser extirpada.
A pesar del dolor causado por el desangramiento vivido
posterior a los años de 1844, la gesta del 27 de febrero demostró la vocación
de libertad, autonomía e independencia del pueblo dominicano, que en esta fecha
funda un estado-nacional bajo la denominación de República Dominicana, siendo
la dominicanidad una manera de diferenciarnos de los demás, no solo por su
significación política, sino también cultural.-
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