jueves, 26 de enero de 2012

Duarte, la sublimación de la patria


A punto de celebrar el bicentenario de su natalicio, la figura y la obra de Juan Pablo Duarte ronda como desafío en el accionar público y en la conciencia nacional como un fantasma que persigue el horizonte de hombres y mujeres que debieron ser formados bajo su ejemplo y guiarse de su comportamiento, las enseñanzas y lecciones dejadas por él.

Una vida dedicada a la definición de un proyecto de nación, Duarte y sus amigos dieron forma no solo a la resistencia nacional, sino que a través de la Trinitaria, fundada el 16 de julio de 1838, se forjo una conciencia nacionalista que hizo posible alcanzar nuestra independencia en 1844.

El mérito de Juan Pablo Duarte radica en haber defendido hasta el final su concepción de la patria, su lucha y persistencia por la consecución de ese ideal e involucrar diferentes sectores sociales en su objetivo. El mas sacrificado y desprendido, Duarte encarnó el sentimiento más noble de la patria y llevó el ideario nacionalista a los estamentos más alto, sublimizando la nación.

Este propósito hace de Duarte el ideólogo del proyecto nacional, el  más sensible y asiduo en la consecución de la causa republicana, pero también un ideólogo y estratega refinado. Si bien su obra intelectual no fue prolífera, su pensamiento se condensa en la manera cómo centró con una claridad inusitada, el proyecto nacional. Su ideario condensa su inteligente manera de concebir la patria y las tareas de su ese arduo recorrido.
Juan Pablo Duarte.

El esfuerzo patriótico de los trinitarios alrededor de las sociedades la Filantrópica y la Dramática ejemplariza cómo se fue creando un sentimiento de diferencia en lo cultural que junto al trabajo político de la Trinitaria culminan con la gesta libertaria de 1844.

Por tanto la obra y el aporte de Juan Pablo Duarte a la causa nacional va mas allá de sus escritos y se engrandece en la sublimación de patria que le acompaña, con la entereza indoblegable de alguien que se matrimonió con la nación y entregó bienes, tiempo y toda su vida a la realización de esta gran obra, no siempre apreciada por muchos de sus coterráneos.

Su grandeza radica precisamente en esa vocación de entrega nunca visto como sacrificio pues el esfuerzo por la creación de la patria no se puede ver como un sacrificio sino como una envolvente pasión.

Otros grandes de América dejaron además de su dedicación al proyecto libertario, una obra intelectual y escritos, no obstante la patria conjuga factores objetivos y subjetivos así como internos y externos que son determinantes en la culminación de un proyecto de independencia, sin embargo el liderato de Duarte al frente de los jóvenes trinitarios supo enlazar su pasión por la definición de una republica independiente de toda potencia extranjera, con los intereses de los distintos sectores sociales, pero también con las fuerzas opositoras haitianas permitiendo dicha estrategia conseguir el objetivo final.

Juan Pablo Duarte, no debe ser mistificado si bien su entrega pareciera misionera, en todo caso su trascendencia radica en que no solo fue el gran soñador de la patria sino que transformó ese ideal en proyecto de todos y todas y supo simbolizar las aspiraciones de mucha gente, con un espíritu casi mesiánico y pastoral, pero no fue ni lo uno ni lo otro sino alguien que nos condujo con decisión y firmeza por el sendero independentista y democrático de la dominicanidad.

© Carlos Andujar

martes, 17 de enero de 2012

Una cultura urbana que se anida


Una cultura urbana que se anida

Las transformaciones sociales que vive la sociedad dominicana en todos los aspectos de la dimensión social y cultural es notable en las modalidades y estilos de vida que acompaña a la ciudad de Santo, que sigue siendo la de mayor impacto social y cultural del país.

No solo los graffittes son un símbolo urbano presentes en la ciudad de Santo Domingo, sino también los desplazamientos en las convocatorias y encuentros sociales que cada fin de semana y hasta los días comunes de la semana, es posible observar en los Centros y Plazas Comerciales cada vez mas concurridas y visitas por distintos públicos, dominantemente jóvenes.

La música y formas de diversión expresan otras experiencias, otras visiones y otros gustos. Lógicamente que hay en todo esto también una impronta social y de clase evidente y que refleja precisamente estos procesos de exclusión pero igualmente cercanos a esta nueva cultura urbana que domina la sociedad actual,

Posiblemente convocados por el celular estos jóvenes han ido ganando espacio social y la ciudad se define a partir de sus intereses comunes y generacionales.

La ciudad lleva un ritmo metamórfico que a veces asusta, en su paisaje urbanística, arquitectónico, y de socialización. Nos preocupa sin embargo, que este avasallante e improbable detenimiento de cambios, no sugiere en nosotros temores, cada generación es hija de sus utopías y expectativas y le impregna a la sociedad, sus estilos y grupos y mundo cultural, su manera de asimilación del referente histórico, social y cultural de su contemporaneidad, a veces lo que se divorcian, son las generaciones en la forma en que estos son no solo interpretados sino, y sobre todo, explicados.

La visión de que estos jóvenes no tenían sueño, se opuso la ocasión de la demostrabilidad y desde la ciudad de Santo Domingo y Santiago, se levanto un movimiento social urbano, citadino, de reafirmación de una pertenencia y defensa capaz de frenar la razón de Estado.

Desde las ciudades se experimentan alteraciones del patrón de vida y al mismo tiempo nos indica un dominio eminentemente urbano de las ciudades, que nos obliga a pensarla como laboratorio de los desafíos del porvenir.

Concentrando la mitad de la población del país, Santo Domingo y Santiago, son espacios de vida que marchan a contrapelo de las amenazas sociales, de los traspiés de la política, del atraso social de una vida urbana moderna, de espacios públicos agradables  de descanso espiritual.

Cultura a ritmo acelerado, la ciudad de Santo Domingo, mas que Santiago, se compromete cada día a ser vida en su propia densidad, en su mismicidad poética desplazada por una cotidianidad e inmediatismo tercermundistas, que oculta sus secretos y nos convoca a descubrir su encantos y vivirla, a contrapunto de la modernidad, en una postmodernidad cosmopolita y atemporal.

© Carlos Andujar

jueves, 12 de enero de 2012

Las redes sociales y los nuevos tiempos


Sociólogo Carlos Andújar
Es innegable el poder de convocatoria desarrollado por las redes sociales a través de las distintas direcciones del Internet, sus redes sociales (facebook, youtou) y mas categórico resulta la dependencia generada entre las nuevas generaciones por esta forma impersonal de comunicación.
Al principio las redes sociales parecieron un medio expedito de ampliar el espectro de relaciones humanas y sociales permitiendo estos medios extender hasta limites impensables los contactos personales, dialógicos y culturales.
Igualmente interesante resulta saber que estas formas modernas de socialización han coartado otras maneras tradicionales de encuentro e intercambio humano, sin embargo las nuevas generaciones, contrario a los pronósticos fatalistas de su posible capacidad alienante, ha ido sacando capital a la tecnología, reduciendo los esfuerzos , las distancias, las nacionalidades, los prejuicios frente a los criterios normativos convencionales, para crear verdaderas redes sociales, capaces de convocarse mas en el ciberespacio que en los sitios públicos reales o los familiares y de los grupos primarios.
Las muestras de la fuerza de estos nuevos mecanismos de comunicación son visibles como infieren los últimos acontecimientos acaecidos más allá de sus usos iniciales para serlo también extrapersonal e impersonal al mismo tiempo.
Los resultados no se han hecho esperar y los movimientos sociales sucedidos en la franja del mundo árabe se han movilizados gracias a las redes sociales. Vimos cómo los gobiernos afectados enfrentaron su nuevo adversario, limitando y censurando la información suministrada y convirtiéndose en nuevos sujetos sociales tan importantes que uno de sus protagonistas, el joven responsable de facebook, fue el invitado de honor a la última reunión del G8 en Francia en mayo 2011.
Limitar el alcance de las modalidades de las redes e Internet, consultar los expertos para buscar salidas de control a estas formas nuevas de comunicación, fue parte de la agenda de esos gobernantes poderosos, dueños del mundo, pero no se ha analizado que a pesar de ello, hubo de citarse a uno de los subversivos modernos pues ya el otro, wikipeak, está detenido por haber socializado información secreta de la diplomacia internacional que convulsionó el mundo político y hasta las relaciones entre los países.
Ese reconocimiento obliga a nuevas valoraciones acerca del impacto y la influencia de estas redes sociales que cuestiona a la vez la pasión y dispersión que se origina como parte de un uso abusivo por parte de los públicos y en especial los jóvenes, aquellos que mantuvieron en jaque a la clase política española en medio del proceso electoral recién pasado y que se reunieron en las distintas ciudades a través de las redes sociales, el teléfono celular y la computadora, llamados los inconformes y que gravitaron en el resultado del proceso electoral.
Subestimarla como expresión de nuevos sujetos sociales es un error, censurarlo resulta peor el medicamento que la enfermedad, de lo que se trata es de montarse en la ola para avanzar con los interese y códigos comunicativos de estas nuevas generación portadora de esperanza, y tal vez de una nueva utopía y por que no, de un nuevo paradigma, mas que ideológico, humano-tecnológico.-
*Sociólogo, antropólogo cultural, escritor y catedrático dominicano.

©Carlos Andujar
5 de junio de 2011. Santo Domingo

Poema sobre Haití





Haití

Flor otoñal
Que pende sobre mi conciencia desnuda
Como la razón ante la verdad de tu historia final,
La historia sin palabra de estos pueblos vírgenes
Protagónicos de la agonía y la desesperanza

Haití
Me cuelgas al alma como un metal
En la balanza de mis sentimientos
Oh! barbarie que estremeces
El sueño quieto de paz y remanso
En estas noches donde se alarga el alba…la mañana
Las mentes de ayer te asedian
Te impiden el sueño de un mañana diferente
De una ilusión que traspasa la razón Kantiana
Y se sitúa en la razón de los pueblos
Tu historia de ayer no puede negarse hoy
En tu desventurado presente
Romper los imperativos es tu desafío para construir un mejor mañana
Tu desventura ha sido siempre tu esperanza.

Haití
Melodía y cadencia en tus noches tristes
Y tus días de jolgorio
Tu tambor retumba
Quebranto el tiempo de ostracismo
Y entonces se contará otra historia, otro porvenir.

Campo de caña colonial



© Carlos Andujar

Gestualidad y dominicanidad



Carlos Andújar Persinal
La cultura es una manera particular de expresar un estilo de vida de un grupo humano determinado. Sus hábitos alimenticios, danza, música, lengua, creencias, mundo lúdico, vestimenta y adornos, entre otras cosas, son la cédula de identidad que lo distancia de unos y los acerca a otros grupos.
En todo ese inventario de detalles encontramos los gestos y formas de participación corporal en la interacción humana. Así pues, la risa, la salutación, el enojo, las formas de caminar, bailar, conversar, comer, discutir o simplemente expresar una reacción o estado anímico ante un hecho acaecido, formaría parte de un rasgo de identidad particular de una población.
Arrastrar los pies al caminar, se convierte sin quererlo en un signo distintivo de la mujer dominicana. El cuadre o postura estilística al caminar, es un esfuerzo que se gana desde temprana edad entre los hombres dominicanos como parte de un estilo propio de impresionar al otro (sobre todo a las mujeres), al mismo tiempo que se define la personalidad adulta, que debe ir acompañada de un estilo varonil y seductor a la vez.
El enfado nuestro, se representa en una gesticulación violenta de manos y brazos, pasando por un gruñido de las cejas, un movimiento brusco de cabeza, hasta la no menos expresiva extensión de labios.
La indiferencia o el desinterés, se hace evidente encorvando los hombros hacia arriba, con los brazos caídos; pero si por el contrario, los brazos están abiertos y hacia arriba, es expresión de enfado, desafío o esperanza, según se exprese el rostro.
Una conversación normal, se lleva a cabo en compañía de manoteos, movimientos de brazos, más cercano a una confrontación, que a lo que realmente es: una conversación. Asi mismo, el contorneo del cuerpo en la mujer dominicana, nos refiere más a un concurso de pasos y cuadres (esta vez femeninos) que a una necesidad de desplazamiento natural, sin contar el altísimo contenido seductor y sensual que le acompaña. 
La alegría y el dolor, se hacen presentes como en otras culturas, pero bajo el impresionante manto del gesto de manos, cruce de éstas y toque de hombros con las manos; sabemos que en otras culturas, al saludarse se intercambian dos besos de mejilla (los franceses) y en otras partes del mundo, los hombres se abrazan y se dan sendos besos de mejilla, cosa que aquí causaría furor en el mundo masculino.
La melancolía y la preocupación se suele relacionar con el constante deslizamiento de la mano sobre la cabeza. Así como la mano en la cintura, le transmite al niño (a), un castigo con el cinturón (pela), el levantamiento del dedo pulgar es éxito, pero al revés es fracaso.
Las dos manos sobre la cabeza, espanto, asombro, estupor y casi siempre acompañada de otras expresiones de la cara. 
Otros gestos y movimientos de manos, brazos, ojos, insinúan códigos eróticos, inadecuados o simplemente vulgares.
Sin embargo, el gesto particularmente nuestro y que mas nos caracteriza a propósito de la relación entre gestualidad y cultura, es aquel que hacemos cuando algo nos da igual o somos indiferentes, se mueve al mismo tiempo la cabeza hacia arriba y algo arqueada y los labios hacia delante.
Es por todas éstas razones y otras tantas que aquí no están, pero que existen, que la antropología presta atención a los gestos como parte de un código visual de comunicación empleado por los seres humanos y a los cuales cada cultura impregna su signo propio de identidad, como es notorio en la cultura dominicana.

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Africanía e identidad en Santo Domingo

Coloquio Internacional: Africanía en el Caribe.


Carlos Andújar Persinal

La visión que sobre nosotros mismos tenemos, desde diferentes ópticas del pensamiento y del quehacer cotidiano, se convierte en un interesante ejercicio de lealtades, fantasmas, peripecias, incomprensiones, falsedades, reafrmaciones y excesos.

Desde distintas visiones ya muchos pensadores nos han interpretado, descargando desconfianza, temores, dudas y pesimismo acerca de nuestras posibilidades como nación y de la viabilidad de un proyecto nacional. Tenemos los casos de José Ramón López, Américo Lugo, Manuel Arturo Peña Batlle, Joaquín Balaguer, por solo citar algunos de los más destacados.

Sus obras fueron un esfuerzo de desciframiento de nuestro ser nacional y de nuestra constitución y perfil cultural.

Con el período de Trujillo esta visión de desconfianza y a veces elitista de lo dominicano, como categoría socio-histórica y cultural, encontró base de reproducción multiplicándose de forma asombrosa.

Estos laberintos del pensamiento social dominicano, encontraron un escenario en el imaginario popular que traspasó, su otro yo (el negro), al baúl de los recuerdos.
Guardado el negro en la memoria social, nos hemos representado a través del blanco y del indio.

Por eso en nuestro país todo lo negro es haitiano y lo africano es un referente lejano, y por si fuera poco, el Caribe se nos reduce casi siempre a Cuba y Puerto Rico.

Si bien es cierto que en nuestro país no hay institucionalmente hablando discriminación racial, sí existe sutilmente o soterrada. El concepto de buena presencia como slogan principal en los clasificados de solicitud de empleos, denota una vara de medición que insinúa una exclusión de antemano, porque debemos partir del hecho, que cuando se busca empleo, todos salimos para impresionar. La aclaración no es necesaria, al menos que no trasmita un meta-mensaje, que se registra en el inconsciente.

Todo ello deja un manto de huida ante la percepción que nosotros mismos tenemos acerca de lo que somos.

El refranero popular es fuente rica de ilustración de ese conflicto de percepción. “El negro si no lo hace a la entrada la hace a la salida”, “Él es negro pero inteligente”, “Él es negro pero simpático”, “Él es negro, pero con alma de blanco”. Quiérase o no a fuerza de repetición, como decía el jefe de la propaganda hitleriana, la mentira se convierte en verdad.

Esa representación que tenemos de nosotros nos lleva a seleccionar, al momento de hacer pareja de matrimonio, las personas de color blanco, para “refinar la raza”. Por tanto, no es solo una simple representación del inconsciente, sino que pasa a formar parte de nuestro estilo de vida y condiciona nuestros valores y actitudes.


La ética publicitaria y su dilema

En la publicidad se hace muy evidente un manejo irreal del dominicano(a). La familia está concebida como la ideal: monogámica, nuclear, cristiana y en muchos casos blanca. Salvo raras excepciones, como es la serie presentada por una casa licorera sobre un aspecto destacable de la cultura de nuestros pueblos, campaña publicitaria que impactó, vendió y asumió una representación del dominicano tal cual es.

Se argumentan razones de distintas procedencias como por ejemplo el hecho de que la promoción de un producto no debe apoyarse en los valores negativos, como sería presentar un concepto de familia matrifocal, en la que esté ausente el padre, o que el negro sea el dueño de la empresa o de un Banco y quien le sirve como subalterno sea un blanco, en tales casos se rompería con la norma.

Claro que esta manipulación de la realidad también se presenta en otros países latinoamericanos, siendo el factor de discriminación y distorsión otros elementos, verbi gracia, el indio.

Además, se arguye que la publicidad le interesa vender el producto no polemizar; pero, es oportuno recordar que la publicidad parte de un marco social determinado donde se promueven valores, donde existe una ideología equis, por tanto, la publicidad es una de la que con mayor fuerza presiona y presenta una imagen predeterminada del dominicano(a).

Hay una ideología que condiciona a pensarnos como el otro quiere, hay una imagen social que se vende como nuestra, hay un conflicto de asunción y de reconocimiento interior y social y todo ello contribuye a trastocar nuestra imagen y nuestra representación.


Resituar nuestra imagen y nuestra representación como reto

A pesar de todo lo anterior se hacen esfuerzos de replantear, desde diferentes sectores de la sociedad dominicana nuestra propia percepción, transparentando nuestro interior, dejando salir los obstáculos que nos limitan en el proceso hacia el encuentro con nosotros mismos.

Por su parte, los ensayos aparecidos en los libros de Hugo Tolentino Dipp Raza e historia en Santo Domingo, El indio, el negro y el blanco y el prejuicio racial dominicano de Carlos Esteban Deives y más recientemente el de Dagoberto Tejada acerca de la cultura popular e identidad nacional, el libro de la Dra. Josefina Zaiter acerca del perfil psicológico de la identidad dominicana, los escritos del psiquiatra Fernando Sánchez Martínez en entorno  a la psicología social del dominicano, todos ellos precedidos del famoso ensayo del Dr. Antonio Zaglul: Apuntes, en todos estos casos se inició una visión distinta de interpretación del dominicano y de la manera en que se va construyendo nuestra imagen ante los demás.

Carlos Larrazabal Blanco, Carlos Esteban Deives, Fradique Lizardo, June Rosenberg y de otros importantes autores,  acerca de los estudios y los aportes negros a la cultura nacional, contribuyen a esclarecer el camino en cuanto a la importancia de los componentes negros en muchas cosas de la cotidianidad del pueblo que se hacen sin pensar en su procedencia.
Toque de palo de muerto en Villa Mella
Además, es bueno destacar que nuestra sociedad caribeña como las demás de la región, está cargada de un simbolismo mimético negroide: el contorneo del cuerpo, sobre todo en nuestras mujeres, el uso de prendas de vestir con colores encendidos, colores de las viviendas populares igualmente encendidos, adornos como el pañuelo atados en las cabezas de nuestras mujeres, todos los cuales dejan  sus huellas negroides.

Por igual existe: la comida, los gestos, las formas de bailar y hasta la manera de caminar, nos refieren a un mundo lejano: Africa, pero reciclada en este espacio del mundo que es el Caribe, en el cual cada sociedad se apropió lo que de Africa le resultaba más práctico y conveniente para resistir a la ignominiosa explotación colonial.

Imagen y representación se acompañan en el camino, la imagen matizada por la fuerza del símbolo y la representación marcada por el discurso de la palabra. A pesar de la fuerza de la imagen que nos sugiere un vinculo estrecho con una tradición negroide, la codificación de la misma de parte del imaginario popular no siempre responde a sus significados, lo cual no deja ser un problema.

Educación: imagen y representación en los libros de textos
En cuanto a los libros de textos, en estos últimos años se hace un esfuerzo por reorientar la imagen que del dominicano(a) suele aparecer, esto como resultado de la Reforma curricular iniciada por el Gobierno Dominicano con el apoyo del PNUD.

En ese tenor, se hace hoy mayor hincapié en la calidad de la foto, no sólo preservando lo visual sino el contenido que las mismas transmiten, así como los contenidos mismos, procurando un acercamiento con nuestras raíces culturales y nuestro verdadero pasado histórico.

Por eso, es menos probable encontrar en los nuevos libros de texto niños y niñas blanquitos en detrimento de mulatos y mulatas o negros y negras; el equilibrio se hace evidente, cambiando el tratamiento anterior que daban los libros de texto a lo dominicano(a) como composición étnico-racial.

En algunos casos se ha hecho evidente esa distorsión de la imagen nuestra como suele pasar frecuentemente con Salomé Ureña de Henríquez, que ha sido presentada de múltiples aspectos físicos que van desde mulata hasta blanca, siendo realmente mulata.

Así se presenta también a los descendientes de los taínos, que en sus esculturas en las plazas públicas, tienen más bien un perfil grecolatino, más que la tipología de los grupos étnicos del amazonas y la cuenca del río Orinoco, lugar de procedencia de los aborígenes que habitaban la isla a la llegada de los españoles.

En este caso, prima, amén de una melancolía por lo que quisimos ser, un rechazo a todo lo que nos reafirma como pueblo caribeño.

Arte e imagen de lo dominicano(a)

Así mismo, el artista nuestro, nos representa en el manejo de los colores, en los temas o estampas nacionales y los rostros. Jorge Severino por citar uno entre muchos, es un exquisito reproductor de la imagen de la mujer nuestra; al menos la negra, destacando toda la belleza de los labios, pelo, pechos, elegantes vestidos y porte señorial.

Guillo Pérez no se aleja de los temas más rurales como son el gallo y la carreta de caña. Cándido Bidó usa con destreza el azul y el amarillo, extensivo del trópico que lo inspira.

El cubismo de Cuquito Peña, rompe el referente europeo para atravesar en el mundo cultural nuestro con rostros, colores y temáticas que lo hacen más nuestro que una obra de artesanía pura.

Pero, igual representación de lo nuestro tienen los sembradores de Dionisio Blanco o la fuerza mística de las pinturas de Polengard que se adentra al imaginario sagrado popular con una gracia y dominio temático, que nos traslada a sus escenarios de inspiración como un sueño mágico. Para mayor información los refiero al artículo del crítico de arte Manuel Nuñez: Imágenes de lo dominicano en las plásticas. Aparecido en el Organo Informativo del Museo de Arte Moderno. Año 2. Número 2. 27 de febrero de 1999.

Con todo ello, imagen y representación presentan un divorcio entre el dominicano(a) ideal, soñado y representado en un discurso ideológico excluyente y selectivo y el dominicano(a) que se construye sabiéndose caribeño, multiétnico, en una palabra el dominicano(a) real, el de la cotidianidad.

A manera de conclusión

La imagen del dominicano(a)  se debate entre  lo que somos por efecto de la historia y la cultura y cómo nos pensamos como consecuencia de la distorsión  que produce la construcción ideológica. En ese dilema nos debatimos.

La imagen que sobre nosotros tenemos nos lleva a situaciones tan insólitas como las que experimenté con una joven dominicana muy humilde y mulata, casada con un italiano, cuyas familias al conocerla siempre le hacían referencia a que estaba nuestra isla en el Caribe y nos confundían con frecuencia con Haití, cosa que molestaba sobre manera a la chica dominicana, hasta que en un viaje a nuestro país con la familia del esposo, se ocupó de pasearlo por Naco y otros lugares de asentamiento mayoritariamente blanco, de forma que sus anfitriones en Italia, vieran que no solo somos negros...

Cosa que le preocupaba tanto que llegó a girarme una visita de consulta al Instituto Dominicano de Investigaciones Antropológicos INDIA de la UASD, con fines a satisfacer algunas inquietudes sobre el tema étnico y racial que tanto le preocupaba a aquella mujer dominicana.


Todo su esfuerzo con aquella nueva familia italiana, era que ellos no nos vieran como un pueblo negro.

Peor aún, estamos tan lejos de lo que somos que llegamos a descubrirnos como mulatas o mulatos, o bien negros y negras, cuando salimos al exterior, donde los grupos raciales presentan  cierta uniformidad visual, y en donde en la clasificación nos colocan del lado de los grupos de color negros o con el apelativo de latinos (EUA), que agrupa a distintos pueblos latinoamericanos con el denominador común de la discriminación racial.

©Carlos Andújar Persinal
Febrero 2-4 del 2000


miércoles, 11 de enero de 2012

PRESENTACION AL LIBRO Fundamentos de Antropología General. Autoría de José Vásquez


Los estudios de antropología en la República Dominicana han tenido altas y bajas por múltiples razones que no vienen al caso dilucidar, no obstante es meritorio el hecho de haber fundado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la licenciatura en Antropología en 1978 y continuar hasta el día de hoy con este esfuerzo.
Para países como los nuestros, el estudio de la cultura, los impactos de los cambios sociales, las alteraciones en la s mentalidades se convierten en un desafío que si bien, no es exclusividad de la antropología como disciplina no deja de tener esta una gran responsabilidad en la manera como se han de abordar estos enfoques de cuestiones cotidianas pero de gran complejidad para explicar los comportamientos humanos.

En tal sentido, en nuestro país se requiere mantener el esfuerzo y continuar con tenacidad la iniciativa de antiguos Maestros en procura de establecer estos importantes estudios. Es obvio que la parte académica, debe articularse con la investigación y la producción de libros y escritos que permitan la divulgación de estos esfuerzos en beneficio del  análisis y conocimiento de la sociedad dominicana.

En este esfuerzo, la carrera de antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo ha carecido de un libro que guíe los trabajos docentes. Esta ausencia ha debilitado el necesario proceso de consulta y referencia bibliográfica oportuna. Para los estudiantes de Introducción a la Antropología asignatura cursada por estudiantes de de distintas carreras, un libro de consulta de esta asignatura especializada es una necesidad. Muchas razones han imposibilitado su ausencia en la oferta curricular.

Por esa razón el libro Fundamentos de Antropología General del profesor José Vásquez, viene a complementar tanto el esfuerzo del profesor en el aula, como las prácticas y reflexiones que se derivan del esfuerzo docente. Estructurado en base a una amplitud de temas, el libro desarrolla un dinámico enfoque de aspectos teóricos y metodológicos de la ciencia de la antropología, con una facilidad expositiva y una profundidad conceptual al mismo tiempo que facilita los procesos de descripción de importantes temas de la antropología y su función pedagógica, llenando un vacío para profesores y estudiantes en lo concerniente al tratamiento teórico de sus contenidos con un ordenamiento  que va de lo general a lo particular.

Siendo como es una obra de consulta, Fundamentos de Antropología General del profesor José Vásquez, integra temas tradicionales de la antropología, con enfoques académicos, históricos, metodológicos, así como los nuevos y desafiantes problemas sociales y culturales a los que la ciencia de la antropología se enfrenta en los momentos actuales. Naturalmente que siguen pendiente otros referentes temáticos que tal vez por lo voluminoso del texto, no están incluidos en este compendio introductorio.
De seguro que para estudiantes, profesores e interesados en los estudios antropológicos, esta obra cumplirá un cometido informativo, formativo y de orientación que convoca a la investigación y el estudio de la cultura como uno de los grandes contenidos que contribuyen a conocer y entender la compleja naturaleza humana.-



© Carlos Andujar