lunes, 27 de febrero de 2012

LA GESTA DEL 27 DE FEBRERO. IDENTIDAD Y DOMINICANIDAD


La dominicanidad como un constructo socio-histórico y cultural

La Dominicanidad que es un constructo histórico, social y cultural tiene sus antecedentes en el proceso de constitución de la identidad cultural de un conglomerado de hombres y mujeres de distintas partes del mundo que se encontraron en estas tierras para ir tejiendo una mentalidad, una forma de ser y una manera de pensar propia en un tiempo y en un lugar.

Aborígenes, españoles, africanos y mas tarde árabes, chinos y de otras partes se juntaron en este suelo y le fueron dando formas a un proyecto de nación que logra su madurez en 1844 con la acción patriótica del 27 de Febrero iniciada en la Puerta de la Misericordia con el trabucazo de Ramón Matías Mella, temprano en la mañana, para continuar con la entrega de las llaves de la ciudad por parte de las autoridades de ocupación haitianas en la Puerta del Conde.

Transitando acontecimientos anteriores, hechos y circunstancias de diferentes naturaleza, el hito de la Independencia conjuga todos esos esfuerzos acumulados. No obstante, el 27 de febrero de 1844, los factores tanto internos como externos se articularon y se produjo el hecho que hoy conmemoramos con gran festejo y alegría.

Muchos estudiosos de la historia entienden que sin identidad no hay nación. Ese sentimiento de diferencia que genera el sentido de pertenencia a un suelo, una cultura, un grupo social y a un pasado histórico, solo es posible alcanzarlo cuando el principio de alteridad, es decir yo en relación a los demás, ha terminado de formarse en un conglomerado, dando paso al principio de diferencia.

Solo una vez alcanzado ese sentimiento nacional, se crea el alma nacional, se lucha por su defensa y se muere por este ideal como hicieron los Padres Fundadores de la Republica Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, acompañados en su utopía por los demás Trinitarios.

Ahora bien, cuándo comenzamos a sentirnos diferentes a los demás, cuándo comienza a gestarse el criollismo y las bases de nuestra identidad? Por qué es erróneo creer que la dominicanidad surgió en 1844. No en ese momento surge la República, impulsada por un sentimiento profundamente nacional que venía conformándose varias décadas atrás.

Las Cincuentenas, pelotón de 50 hombres criollos que salían a defender el territorio devastado luego de las Despoblaciones de 1605-06, eran solo aquellos que se sentían agredidos por los piratas y bucaneros que penetraban la isla después de los años de 1630, sin pensarlo fueron creando una base identitaria, un primer eslabón en la construcción de esa dominicanidad de 1844.

El siglo XVIII se fortalecieron procesos paralelos en las colonias de Santo Domingo español y el Santo Domingo Francés que permitieron definir sociedades diferenciadas desde el punto de vista político de dominación, económicos de explotación y cultural. Estos factores conformaron mentalidades distintas en los pobladores de ambas colonias.
Llegado el siglo de las revoluciones independentistas americanas en 1800, la Revolución haitiana representaba un modelo particular de lucha que culmina con la Independencia ante Francia en 1804. Tal vez esta necesidad de protección del gobierno haitiano aceleró una historia de contrariedades entre la joven nación haitiana y la parte oriental de la colonia de Santo Domingo.

En 1801, los revolucionarios haitianos se hacen presentes y ocupan esta parte de la isla bajo el mando de Toussaint Louverture y por mucho tiempo la seguridad nacional haitiana dependía del control del lado oriental de la isla lo cual fue acrecentando conflictos de tipo políticos y más tarde, militares.

La Reconquista de 1809 de los hermanos Ciriaco y  Juan Sánchez Ramírez, nos arroja un hecho evidente de que aun no estaban dadas las condiciones de iniciar una acción patriótica de envergadura. Núñez de Cáceres proclama la Independencia del Haití español en 1821 debido a que España no atencionaba su colonia en el Caribe. De poca proyección entre los sectores sociales mas avanzados, esta iniciativa aborta tempranamente y es aprovechado el hecho por el gobierno haitiano de Jean Pierre Boyer para ocupar la virgen y débil republica. Pero poco estructurada y sin participación popular, fue la de Núñez de Cáceres nuestro primer esfuerzo independentista que encuentra en la gesta del 27 de febrero su articulación final.

La rebelión de los capitanes en la segunda década del 1800, es prueba de un sentimiento nacionalista que buscaba distintas formas de expresión y concreción, A pesar de algunas semejanzas históricas entre Haití y los habitantes negros , libertos y mulatos del Santo Domingo español, es indudable que los años anteriores se habían encargado de moldear sociedades y procesos diferenciados en el que las metrópolis fueron determinantes, no solo el dominio de idiomas distintos, sino otras manifestaciones de la cultura que junto a las disposiciones arbitrarias asumidas por el gobierno de ocupación de  Boyer, exacerbaron el sentimiento nacionalista que se encarnó rápidamente en el movimiento trinitario encabezado por Juan Pablo Duarte.

Los trinitarios y las ideas nacionalistas

Este sentimiento nacionalista se organiza en la clandestina organización de la Trinitaria fundada en 1838 un 16 de julio, pero no debemos olvidar que su ideólogo Duarte a su regreso de Europa a finales de la década del 20 del siglo XIX, tenía por costumbre repartir pasquines y otros documentos llamando a la gente del lado este a rechazar la presencia haitiana y a organizarse para expulsar los representantes del ejército haitiano.

Por la naturaleza del trabajo político, la Trinitaria era una estructura clandestina que impulsaba el trabajo de organización entre los grupos de clase media comercial urbano, mas proclive a la sensibilidad social, multiplicándose por tres y expandiendo su trabajo para solidificar la conciencia nacional y producir el hecho independentista, sumando Juan Pablo Duarte en su estrategia a los negros libertos, hateros y sectores opositores al gobierno haitiano de Boyer en los conflictos internos de la Republica haitiana.

No olvidemos que la manera en que los Trinitarios actuaban en el plano cultural a través de la Filantrópica y la Dramática, representó una buena vía de acceso a la población sin que fuera activamente reprimido por el gobierno de ocupación. Así mismo la Dramática, permitía que los propios trinitarios actuaran bajo la dramaturgia y el arte escénico, para trasmitir un sentimiento nacionalista que despertara un espíritu de rebeldía desde la toma de conciencia cultural.

Juan Pablo Duarte, encarnó el sueño de la nueva patria. Supo conformar una organización política que diera al traste con la presencia haitiana: la Trinitaria, actuó con inteligencia política cuando crea la Filantrópica y la Dramática, y mostró un gran sentido de olfato político al establecer un diálogo con distintos sectores nacionales a pesar de su reticencia y desconfianza respecto a la Independencia Nacional.

La acción del 27 de febrero concretó un viejo sueño. Solo donde hay identidad se produce un proyecto de nación. La patria se consuma en el ideario duartiano en la medida que dicho acontecimiento permitió conformar una nación-estado, una república soberana, con un proyecto constitucional propio y símbolos patrios: himno, bandera y escudo.

La traición de la que fue víctima Juan Pablo Duarte por parte de Santana y sus seguidores, no evitó la profundización del sentimiento nacionalista que se desarrolló en cada batalla donde se ponía en peligro la independencia. El coraje de nuestro pueblo y la disposición de defensa a la soberanía, convirtió cada campaña militar en una ocasión para reafirmar el espíritu de lucha y convicción de los dominicanos.

El sacrificio de Juan Pablo Duarte, lo coloca por encima de sus compañeros en el objetivo de alcanzar el sublime propósito de fundar una república libre e independiente, en su momento le tocó librarnos de la Republica de Haití, pero firmemente convencido de que la lucha era contra toda potencia extranjera. Vende su patrimonio y bienes personales y familiares  para ayudar la causa nacional, dando un ejemplo de entrega y sacrificio a imitar.

La historia militar, por otra parte,  es tan importante como la historia de los procesos sociales, debido a que nos permite profundizar en los acontecimientos que decidieron los más destacados hechos históricos responsables de conservar el ideario independentista activo y disponible a oponerse a toda traición a la patria.

Las más de 13 batallas y escaramuzas que siguieron a la proclama nacional del 27 de febrero contribuyeron a reafirmar un deseo libertario que supo ser defendido en el frente militar con arrojo por dominicanos que sin la experiencia militar requerida, solo les acompañaba la fe y firmeza de defender el territorio de quienes incursionaban desde el exterior. Este sentimiento de diferencia supone un principio de alteridad ya presente entre los dominicanos que los lleva a vencer al ejército más poderoso del Caribe.

A pesar de la Anexión es un contrasentido al nacionalismo expresado por los hombres y mujeres que hicieron posible la independencia nacional, y a pesar igualmente de las dolorosas cicatrices que siguieron a la gesta del 27 de febrero de 1844 que termino en el destierro de su principal líder e ideólogo Juan Pablo Duarte, todo ello no fue óbice para que más tarde al hecho abominable de la anexión a España en 1861, se produce el Grito de Capotillo, iniciándose la Guerra de la Restauración considerada la más popular y masiva de la historia dominicana.

Las luchas entre trinitarios liberales y santanistas y baecistas conservadores, opacaron por momentos la grandeza del acontecimiento político mas trascendentes del siglo XIX, la creación de la República y la separación del pueblo dominicano de la dominación haitiana.

El valor histórico de una gesta patriótica

Juan Pablo Duarte, con una estatura de líder nacional genera un movimiento entre jóvenes urbanos y de la clase media, muchos de  ascendencia española, que termina por producir el surgimiento de la República Dominicana en 1844. Esta ardua labor de crear el sentimiento de repulsa al ocupante haitiano auspiciado por los trinitarios, se enfrentaba con otras visiones sobre la autodeterminación de la patria que circulaban en el ambiente político de la época y que preocupada por la presencia haitiana en suelo dominicano,  no percibía con esperanza una independencia real de Haití y se vislumbraban distintas salidas como el anexionismo propiamente a España, el protectorado, la venta de la Bahía de Samaná o adherirse a la Gran Colombia de Bolívar.

Sin embargo, en medio de esa desconfianza, Duarte se lanza con fe en su proyecto de nación el 27 de febrero de 1844. La ambición de poder, las luchas e incomprensiones de algunos dominicanos transformaron el ideario duartiano democrático, en un proyecto personalista, autoritario y represivo. El golpe de Estado de la Junta Central Gubernativa vence dos grandes barreras: la primera alternativa del Padre de la patria se vio abortada y las ambiciones llovían desde aquellos líderes que aun acompañando a Duarte y demás trinitarios en la gesta independentista de febrero 27, no tenían confianza en el proyecto nacional.

La gesta del 27 de febrero es doblemente significativa dado el hecho de que hubo de crear primeramente un sentimiento nacionalista capaz de levantarse en contra de la ocupación haitiana con éxito y por otra parte, enfrentar los adversarios y opositores internos que desde dentro neutralizaban la vocación independentista de los trinitarios.

La temprana traición sufrida por Juan Pablo Duarte en 1844, pone en peligro por momentos el esfuerzo libertario de trinitarios y demás liberales, porque había que atender estas contradicciones internas del movimiento independentista, al mismo tiempo que debíamos organizarnos militarmente para defender la nueva república.

Es tal vez este uno de los más suigeneri procesos independentista de América. La debilidad estructural el grupo social que se articuló a la Trinitaria se hizo evidente debido a que la importancia social de los hateros posibilitó posible el capitaneo del proceso de éstas poco después de la independencia. Esta clase social de los hateros, a pesar de su tendencia al conservadurismo se comprometió a llevar adelante la independencia nacional, su participación activa en las contiendas militares acaecidas luego del retiro de las tropas haitianas en 1844, refleja una postura contradictoria que termina aclarándose con la anexión de la república a España en 1861.

Estas luchas producidas entre trinitarios y conservadores posteriores a la proclamación de la independencia tuvieron como resultado el desplazamiento político, encarcelamiento y exilio de los trinitarios. La hegemonía del poder en esos años entre Pedro Santana y Buenaventura Báez inaugura la lucha caudillista que tanto daño ha provocado a la sanidad institucional y democrática dominicana. No obstante ninguno de estos caudillos pudo acabar con el sentimiento democrático, patriótico, nacionalista y libertario de los dominicanos que quedó sellado con el triunfo de los restauradores en 1865, en la que estaban presentes muchos antiguos trinitarios, expresión de una vocación democrática y liberal que no pudo ser extirpada.

A pesar del dolor causado por el desangramiento vivido posterior a los años de 1844, la gesta del 27 de febrero demostró la vocación de libertad, autonomía e independencia del pueblo dominicano, que en esta fecha funda un estado-nacional bajo la denominación de República Dominicana, siendo la dominicanidad una manera de diferenciarnos de los demás, no solo por su significación política, sino también cultural.-



Carlos Andujar

miércoles, 15 de febrero de 2012

La frontera Haitiano-dominicana, espacio de múltiples dimensiones



Definida en situaciones confusas, la colonia de Saint Domingue inicia su historicidad hacia finales del siglo XVII, anos de 1696-1698, Con el Tratado de Ryswik firmado entre Francia y España. Desde entonces los problemas históricos entre ambas colonias y posteriormente entre las dos republicas: Haití y República Dominicana, han sido una constante. El propio Tratado de Basilea de 1795 pautó los límites fronterizos modernos sobre los cuales se definen las relaciones territoriales de ambas naciones. Por momentos ha sido el tema fronterizo causante de agresiones y conflictos diplomáticos trasladados al terreno de organismos internacionales competentes y traumaticamente causante de una de las peores masacres, La Matanza de 1937, ejecutada por el General Rafael L. Trujillo que trajo un gran rechazo internacional.

Presentacion de grupo de gaga dominicano en el Museo del Hombre Dominicano, acompañado del musicologo dominicano Edis Sánchez.


La frontera dominico-haitiana como otras en América y el mundo, es un espacio de de interacción y flujo que no solo encierra consideraciones de orden legal ligadas a las políticas migratorias de un país, sino también problemas de seguridad, contrabando, comercio, convivencia humana y mestizajes culturales además de ocupaciones territoriales que reflejan movimientos comerciales y compartición espacial, sin dejar fuera de la reflexión los temas de medioambiente y trata humana.

Todos esos factores se hacen presentes en cualquier frontera. La nuestra con Haití se ha visto matizada por lecturas históricas diferenciadas y ha sido motivo de escaramuzas pero también de convivencia interétnica llegando a crear la condición del rayano, ciudadano que nacido y criado en la reya fronteriza, construye un modo mixto, y se articula perfectamente a ambas realidades culturales sin enajenación alguna.

Fronteras inciertas, espacios indefinidos, límites aun pendientes de resolver y expropiaciones territoriales es la historia que acompaña las fronteras del mundo. Hoy parece que muchos intereses espurios han visto el potencial de recursos que encierra el trasiego fronterizo y en países como los nuestros donde no hay mucha vigilancia, ni regulación, ni seguridad, ni control, las fronteras en estos casos son caldo de cultivo para el tráfico de armas, droga, mercancías de todo tipo, trasiego humano ilegal, así mismo como potente espacio del intercambio comercial que nutre las fuentes de vida de los pobladores cercanos de ambos pueblos, así como los ingresos por intercambio comercial, de los principales rubros comerciales de estos pueblos.

En nuestro caso, la frontera es un mito en el sentido que no existe en los hechos y puede cruzarse sin problemas por muchos puntos de ella que tiene cerca de 370 kilómetros con a penas 8 puntos de vigilancia militar y uno que otros militares transitándola. Tres ciudades principales forman el corredor comercial y de pasaje fronterizo: Dajabón al norte, Elías Piña al centro y pedernales al sur. Conocidas como el corredor fronterizo dominico-haitiano, se le suman otras ciudades periféricas a ambos lados que son impactadas por la cercanía fronteriza o bien por el comercio, constituyendo este corredor una franja ideal para potenciar proyectos de desarrollo comunes y establecer canales de comunicación cultural, laboral, comercial que beneficie a ambas naciones.

No obstante el resentimiento que ha normado las relaciones de los dos países se impone para limitar los beneficios de estas ciudades vecinas. El temor a una llamada haitianización se interpone para obstruir estas ventajas. Así mismo, es notorio que la desregularizacion del lado haitiano incrementa brotes de migración ilegal que anida quejas ciudadanas manipuladas por los resortes nacionalistas del lado dominicano que dificultan los flujos normales de la presencia de la inmigración haitiana del lado dominicano.

Sin embargo, Haití es el segundo socio comercial dominicano. Esta realidad esta por encima de los retorcimientos nacionalistas y las viejas confrontaciones. Es cierto que el capital inversionista dominicano no ha sabido o no se ha atrevido a explotar ese mercado virgen que representa Haití, pero es notorio el desbordamiento de mercancía, el trasiego de gente y las ganancias que deja el mismo.

Cuando se cierra la frontera, explota una crisis del lado dominicano donde comerciantes, venduteros y otros sectores comerciales se ven rápidamente afectados, no es atrevido afirmar que una parte importe del aparato productivo nacional depende de este comercio, muchas veces irregular.

Así pues la frontera dominico-haitiana es un escenario para estudiar también otros aspectos de este vinculo fronterizo como el cultural, se desarrolla en escala mayor el vinculo afectivo, además del comercial, el amistoso y el fraternal solidario, y en términos culturales muchos dominicanos terminan aprendiendo el creole lengua nacional haitiana, como otros hábitos culturales haitianos alrededor de la música y las creencias religiosas, de su parte el haitiano habla un castellano con dificultad gutural alrededor de la pronunciación de la r, baila la bachata ritmo nacional dominicano como un dominicano mas y entabla relaciones maritales y de amistad con dominicanos-as.

En un fenómeno común a las zonas fronterizas, estas ciudades que conforman el corredor fronterizo, se han convertido en espacio de crecimiento ocupacional concentrando pobladores hacia sus periferias que las ayuda a mantener un ensanchamiento constante, reflejo del polo de atracción de todo tipo que ejercen los contactos fronterizos.

Pero también hoy hablamos de transfronterizo cuando se trata de las identidades y como la propia globalización ha borrado por así decirlo o hacerlo, la noción física de los limites territoriales trasladando la visión territorial de la frontera a espacios extranacionales en donde la nacionalidad se expresa con el mismo o mayor eco, que en suelo propio.

Frontera, desarrollo, convivencia y regulación migratoria y comercial caminan de la mano cuando de definir políticas de intercambio se trata. La ausencia de institucionalidad y de fortalecimiento democrático dificultan el proceso, sin embargo, hoy es imposible vivir aislados del mundo, pero sobre todo del vecino mas cercano, tanto para gobiernos, clase política, agentes económicos y mundo diplomático, lo fronterizo es y será un tema de agenda obligatorio.-

© Carlos Andújar