Carlos Andújar |
Asediada desde varios flancos, la UASD trata de defender el derecho a una educación pública superior, sino gratuita, al menos de bajo costo. Muchos son sus enemigos, críticos, franqueadores y jueces. Desde distintos escenarios se suman las críticas a la que funge como la más viejaUniversidad del Nuevo Mundo, fundada en 1538.
Sumergida en profundas limitaciones, la UASD
requiere grandes transformaciones que le permitan ponerse en sintonía
con los cambios y las exigencias de los tiempos modernos y la sociedad
toda. Es evidente que la institución debe readecuar sus pensums y
programas académicos a los nuevos tiempos sin afectar ni la calidad, ni
la diversidad de saberes requeridos por un profesional competente. Pero
igual grado de esfuerzo se necesita en la especialización de fondos para
dedicarlos a la investigación y las publicaciones que son actividades
consonas con su propia naturaleza.
A ello debemos agregar la eficiencia
administrativa de su personal que muchas veces deja mucho que desear y
por supuesto, la calidad de los profesores que su nómina posee, en
muchos casos son de los mejores profesionales en sus áreas, pero debe
cualificar cada vez más su personal docente. Eficiencia, austeridad,
vocación de entrega y manejo transparente y severo de sus fondos, no es
pecaminoso exigirle a una academia que por su propio compromiso social,
se debe al pueblo y por tanto rendir cuentas es algo natural.
Sin embargo, no me sumo al coro de los
denuestos y oprobios contra ella. Clientelismo es parte de su historia
que debe ser corregida pero para ello deben salir los que la han
maleado: los partidos políticos de izquierda, centro y derecha y los
grupos que viven de su populismo interno.

La UASD
debe revisarse, pero el Estado y los gobiernos que lo han administrado
por igual. El despilfarro, la falta de austeridad, el clientelismo, el
dispendio, la irracionalidad en el manejo del erario público es como
parte de una cultura política que con la impunidad social y la ceguera
ciudadana ha encontrado cobijo y se reproduce en instituciones que como la UASD, es un reflejo del conjunto. La UASD reproduce en pequeño la propia descomposición social, no está administrada por suecos sino por dominicanos.
Lo más grave es cuando el dardo viene desde
quienes se formaron en ella, se comieron el moro de sus comedores –
profesoral o estudiantil-, fueron empleados o hicieron que otros lo
fueran, vivieron de sus sueldos y beneficios, medraron en su populismo,
en su clientelismo y cuando les tocó gobernarlas, no hicieron por
transformarlas, esos me duelen por que hoy como “profesionales de
éxitos” no la necesitan y ya les hiede.
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