Suplemento Cultura del Siglo. 17/09/01
Recientemente
realicé un par de visitas con estudiantes míos y acompañado de otros
investigadores a la comunidad de Maguana
Arriba, en la provincia de San Juan
de la Maguana, con motivo de
unas investigaciones de religiosidad popular que hacía en esos momentos. Como
parte del viaje incluí la visita a la agüita,
centro de peregrinación importante de los Olivoristas
del sur.
La
sorpresa al llegar al lugar donde se inicia el recorrido a pie, es decir, donde
está el calvario, fue encontrar una pequeña y rústica carretera o camino
transitable, obra realizada por un funcionario de la localidad comprometido con
la tradición y cumpliendo un viejo deseo.
Otras
obras realizadas al interior de la agüita, han acomodado al visitante y
remodelado el lugar. Es tal vez, de las pocas veces que se hace una inversión
pública en un escenario de representación de la cultura popular, lo cual
felicitamos y apoyamos.
El
lugar como siempre, estaba frecuentado por peregrinos de distintos lugares del
país, que hacían sus peticiones, tanto en el lado de la ermita, como en cada
posada de las cruces o calvarios que entornan su recorrido. Pero, también esta
visita se corona con el baño en la agüita o arroyo natural que se encuentra en
el lugar.
Resulta
todavía más extraordinario saber, la frecuencia y la cantidad de gente que allí
va a encontrar alguna explicación a sus desventuras y desafueros personales. Es
obvio contactar que varias décadas después del enfrentamiento con esta vieja tradición mesiánica, la memoria social,
no sólo retiene su valor como referente sagrado, sino que recurre al mismo como
apelativo alternativo ante los grandes sufrimientos humanos.
En
ese viaje encontramos la llegada (para la celebración del día de San Juan,
patrono de la provincia), de un contingente de personas provenientes de la
ciudad capital que iban en retirada de fin de semana para festejar en grande el
día del santo. Pudimos ver cómo se desmontaba del camión: un saco de arroz,
varios sacos de víveres, una lata de aceite, una estufa móvil, un tanque de
gas, varias cajas de cervezas, de ron por igual, y lo que no podía faltar, los atabales con los que se tocaría
durante los tres días que duraría el retiro en el mismo lugar de la agüita
Este
hecho nos puso a pensar cuan vivo están estos referentes sagrados y populares
en el imaginario del pueblo dominicano, toda vez que, esta es una de tantas
peregrinaciones que se realizan al lugar y que cubren varios días, la cual se
puede realizar en distintas épocas del año, por lo que el sitio es un verdadero
centro de atracción de los creyentes de Olivorio
Mateo, práctica que, aunque desaparecida formalmente, perviven sus
remanentes de manera firme en la conciencia de sus adeptos.
Para
este año, la Secretaría de Estado de Cultura, encabezada por el propio Sr.
Secretario de Estado de Cultura, Lic. Tony Raful, asistió a la inauguración de
las obras de infraestructuras realizadas por las autoridades de la comunidad,
para lo cual el Sr. Secretario de Estado de Cultura se comprometió en la
celebración de un acontecimiento de gran valor para el fortalecimiento de
nuestra memoria social y del principio de la defensa y respeto de la diversidad
cultural que enarbola la UNESCO; nos referimos a la celebración del 80
Aniversario de la muerte de Olivorio Mateo, por parte del ejercito de ocupación
norteamericana en 1922. Esta actividad es coordinada por la investigadora
Lusitania Martínez y el Museo del Hombre Dominicano.
Esta
iniciativa, se mantiene en la línea de recuperar los valores culturales más
importantes, del acervo nacional y de la fuerza que tienen estas creencias en
un sector de la población, razón considerada por nosotros de gran valor.
Pero
voy más y creo que esta zona debe ser incluida en una ruta cultural, que
desplace a los estudiantes, sobre todo a los universitarios y a los de término
del bachillerato hacia el lugar, con la finalidad de mostrar un espacio
cultural con historia, testimonios, cultura viva, significado en la
construcción de nuestra identidad cultural, fuerza en la memoria social del
pueblo dominicano, testigos vivos, etc.
Como
sabemos, a este lugar está estrechamente unido el calvario, que se convierte en el primer lugar de pausa en el
recorrido, encontrado encima de un cerro, de donde se vislumbra el antiguo
cause del río que recorría el pequeño llano, y los ambientes de montañas
frecuentados por Olivorio Mateo, en las primeras dos décadas del siglo XX.
Hoy
sigue siendo un lugar de tránsito hacia la agüita. También, en el calvario se
detienen los peregrinos más fieles a realizar el rito de salutación al lugar sagrado, antiguamente frecuentado por
el mecía. En el lugar, donde habita una humilde familia continuadora del culto,
se celebran por igual, fiestas en honor a Olivorio algunos días del año, sobre
todo el 24 de junio, día de San Juan.
Luego,
una vez en la agüita comienza el rito de
entrada al lugar sagrado, matizado por salutaciones y pedidos a cada una de
las cruces que forman el camino hasta llegar a la ermita, donde está la foto de Olivorio Mateo. En este tránsito se
detiene el transeúnte en cada cruz, hace una petición y coloca una piedra en
los brazos de ésta, si se cae la misma, tiene problemas la suerte de dicha
persona, pero el hecho de que las piedras se queden donde son colocadas insinúa
buena suerte de lo solicitado o de la persona en cuestión.
Al
finalizar este recorrido, los visitantes por sexo, acuden al baño para
despojarse de toda energía negativa, que será expulsada por la fuerza bendita
que se asigna al agua que sale a su vez de una noria o pequeño manantial, casi
en extinción. El baño es regularmente desnudo y se cree que aquel que toma del
agua que sale de éste por el desagüe exterior, recibe todas las fuerzas
negativas de los bañistas. También el agua se introduce en recipientes para ser
trasladada a los hogares o santuarios de los visitantes, bajo la convicción de
que además posee poderes curativos.
Como
vemos es un conjunto de creencias y prácticas que acompañan dicha tradición y
que resultan más complicadas de lo que podemos imaginar o reducir a una simple
visita, la visita en sí va acompañada de esa carga simbólica que la convierte
en una importante manifestación de la cultura religiosa popular de nuestro
país.
Solo
queremos llamar la atención acerca del manantial que sirve como soporte básico
a esta tradición, que de secarse desestructuraría el complejo cultural y socioreligioso que se da en su entorno, por lo
que advertimos en la necesidad de buscar la manera de hacerlo más fluido y
evitar con ello que perezca la práctica cultural.
Carlos Andujar
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