Hace un tiempo que viajo con frecuencia a la provincia de
San Juan de la Maguana
y me retroalimento de muchas de sus tradiciones y referentes culturales. La
zona es rica en vudu dominicano, liborismo, música tradicional, cofradía que
por demás tiene dos: la de San Juan Bautista y la del Espíritu Santo, su
culinaria es diversa y con signos de particularidad que le impregna sello
propio como el chenchen y el buche de perico entre otras esplendidas formas gastronómica,
como de gran fuerza, espectacularidad y originalidad resulta su carnaval.
Sin embargo, el protagonismo aun de la palabra y el papel de
la oralidad destacan su imaginario y dan esencia a su relación con el pasado
que se niega a desaparecer del escenario de la modernidad y cambios que sufre
la región como resultado de transformaciones económicas, sociales y culturales
que impactan su devenir.
Recientemente participé junto a otro académico de la UASD en el Centro
universitario de allí, en una clase de la profesora Milquella Mateo sobre el
tema de historias contadas, experiencias vividas por visitantes y residentes
cercanos a la cueva de Seboruco en los alrededores de la comunidad de Sabaneta,
quienes afirman haber visto en ocasiones indígenas que salen y entran de dicha
cueva a buscar agua a un lugar cercano.
Los informantes los describen con el tipo físico como suelen
ser figurados por la historia: cabellera larga, lacia y negra, tez quemada y
vestido a la usanza tradicional. En dicho encuentro con estudiantes de la región
quienes por demás realizaban un documental sobre el tema, los había que
contaban su propia experiencia vivencial y otros que se hacían eco de la
tradición oral de campesinos y residentes de los lugares cercanos que afirman
este hecho de gran capacidad imaginativa.
No olvidemos que San Juan de la Maguana es un lugar, tan
solo se le acerca Azua otra provincia vecina, donde la cultura taina se respira
en el mismo oxigeno que se respira la africania que le es propia y la
influencia de otras migraciones que también han dejado huellas en su memoria y
accionar cultural cotidiano.
Estudiar la cultura de San Juan de la Maguana al margen de su fisonomía
cultural es un contrasentido, la impronta de un pasado prehispánico que marcó
la zona, dejó cicatrices presentes hoy como la Plaza ceremonial de los Indios, la valentía del
cacique Canoabo, la distinguida y especial presencia de la única cacique mujer
que trascendiera a la historia: Anacaona, yacimientos indígenas, rastros arqueológicos
y de arte rupestre, sin contar los hechos relevantes de rebeliones y
sublevaciones en sus cierras y monterías, todo lo cual sin dudas nos remontan a
un pasado esplendoroso, lo cual supone un atavío del inconsciente con ese
pasado glorioso.
Estos hechos particulares de la historia hacen que el
sanjuanero se adueñara de un pasado que lo ha hecho suyo como signo identitario
de la región, que junto a otras manifestaciones del folklore local, se
presentan como marca-provincia, nos referimos a la herencia taina.
Es en estas circunstancias es que se desarrollan estas
leyendas populares como recurso de supervivencia de los grupos, mecanismo de
identidad con un pasado con el cual no se ha producido ruptura, al menos en el
imaginario de la gente y por supuesto, con una fuerza creativa y narrativa
capaz de vencer el tiempo, lo imposible, la incredulidad de muchos y vivir la
contemporaneidad como leyenda viva en quienes la protagonizan como experiencia
de vida.
A pesar de la firmeza de sus narradores, la aparición de
aborígenes en la cueva de Seboruco de Sabaneta en San Juan de la Maguana se inscribe en el
marco estricto de una leyenda que como tal cumple una función en el imaginario,
la identidad y reproducción de los grupos portadores de la misma sin que ello
signifique un hecho comprobable de la arqueología, la antropología u otra de
las ciencias afines que se involucran en este tipo de estudio.
Sin embargo su fuerza radica en su vigencia, la validación
social de los grupos y los testimonio que la reproduce como verdad contada,
aceptada y transmitida de generación en generación y de grupo a grupo apoyada
en una tradición oral fuerte y con eficiencia comunicativa y de proyección
social y temporal.-
Carlos Andujar
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