El
28 de diciembre y días antes llegan a la comunidad de Bayaguana feligreses
desde distintos puntos del país para celebrar la peregrinación del Cristo de Bayaguana.
La
particularidad de esta celebración estriba en la donación de reses a la iglesia
de Bayaguana, y esta entrega tiene por función, además de una ofrenda por
devoción al Cristo, ayudar al mantenimiento de las actividades de la iglesia.
La
tradición se remonta a la época colonial ligada a las comunidades de Bayajá y Yaguana, incendiadas durante las devastaciones de Osorio en los año de 1605 y 1606. La devoción al
Cristo estaba relacionada con el
encuentro en las costas del norte de la isla, de la imagen en madera de
Cristo , por parte de un niño, hecho considerado milagroso.
Trasladadas
las comunidades a esta parte de la isla, trajeron consigo el Cristo, el cual
fue fundido en una masa de metal,
producto del dinero de las ofrendas, cayendo éste extrañamente en un
punto que resultó ser el lugar donde se construyó la antigua iglesia de
Bayaguana.
Por
la naturaleza de la región: campos ganaderos de extensas sabanas, la gente
articuló este hecho a la devoción, organizando una peregrinación en la antigua
iglesia de Bayaguana que tiene por misión entregar como ofrenda, toros y
novillos al Cristo, es decir, al cura, los cuales al finalizar la ceremonia
sagrada del 28 de diciembre, se concentran
en un corral improvisado para ser
finalmente subastados a los ganaderos y público en general, el 1 de enero.
Para
organizar este complejo ritual sagrado,
existen los Comisarios de la Cofradía
del Cristo, que tienen por finalidad colectar dinero y reses en sus
respectivas comarcas, planificar y dar cumplimiento a la romería del 28 de
diciembre, entre otras cosas. Para el desarrollo de esta peregrinación se hacen
acompañar de salves y cantos de porfía (conocidos como cantos de toros, que es uno de los rasgos peculiares de la misma, además, de la entrega
de los toros), descansando en la gente la organización del culto.
La
festividad sagrada es una representación genuina de las distintas
manifestaciones culturales del pueblo dominicano(a), a tal punto que se puede
considerar la misma como la más secular de las peregrinaciones del país.
En
ella es frecuente observar en el parque un conjunto típico y parejas del pueblo
bailando con estilos muy tradicionales.
También
es frecuente el mercado con ventas de ropa, comida, bebidas alcohólicas.
Jinetes cabalgando sus calles, grupos
entonando salves y tonadas y personas de muchos rincones del país y dominicanos
residentes fuera que van a cumplir alguna promesa. Las características de la
celebración me hacen pensar en un verdadero carnaval popular de la cultura tradicional dominicana.
Su
aspecto singular está relacionado a la presencia de los Comisarios como figura
central responsables del mantenimiento de la tradición y del cumplimiento de
sus metas: la entrega de toros y novillos, además del cumplimiento de una
promesa particular, pero también encontrar un espacio para la diversión, el
placer, y la satisfacción de la necesidad lúdica humana, ingrediente que la
vincula, al margen de sus convocantes, con otro referente lejano: la espiritualidad africana, sagrada y
secular al mismo tiempo.
Carlos Andújar
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